Un dios más fuerte

 Sucedió durante el calendimaggio de 1274, esto es, en la fiesta del primero de mayo, el festejo con que en Florencia se celebraba la entrada de la primavera. En una de las casas del barrio de Porta San Piero, la del banquero Folco Portinari, tiene lugar un banquete al que ha convidado a varios honorables vecinos, entre ellos al prestamista Alighiero di Bellincione, que viene acompañado de uno de sus hijos, de nueve años de edad. Traspasan el umbral, dentro se oye música y una gran animación; algunos otros niños —hijos del anfitrión y de otros invitados— ríen y juegan entre los adultos. Quizá Alighiero se acerca a saludar al anfitrión y a agradecerle la invitación. Pegado a su padre, los ojos del niño escrutan las estancias de la morada de Portinari y de pronto se detienen en una figura: otra niña aproximadamente de su misma edad, vestida de rojo sangre. Y de repente, ante la serena belleza de esa muchacha, se siente traspasado por una emoción que hasta entonces nunca había experimentado. Aquel chiquillo, ya adulto, recordando esa visión muchos años después, escribirá:

Nueve veces ya, desde mi nacimiento, había vuelto el luminoso cielo al mismo punto en virtud de su movimiento giratorio, cuando apareció por vez primera a mis ojos la gloriosa mujer de mis pensamientos.

—Es mi hija Bice —oye decir al banquero Portinari—. Ven Bice, da la bienvenida a nuestros invitados y lleva al muchacho junto con los otros niños.

Iba vestida con nobilísimo traje, humilde y honesto, de color sanguíneo, ceñida y adornada de la guisa que a su juvenil edad convenía. Confieso en verdad que en aquel momento el espíritu de la vida, que en el rincón más recóndito del corazón tiene su morada, comenzó a latir con tal fuerza, que se percibía violentamente en las menores pulsaciones.

Caminando junto a la hija del anfitrión podemos imaginar al niño balbuciendo, turbado, una pregunta:

— ¿Bice? ¿Qué nombre es Bice?

— Beatriz. ¿Y el tuyo cuál es? —responde tal vez ella.

— Durante, pero todos en casa me llaman Dante.

Dante y Beatriz. Esta es la primera vez que se encuentran: siendo niños de apenas nueve años de edad en la fiesta del primero de mayo en casa de Folco di Portinari. Y es aquí cuando Dante confiesa que se topa de bruces con el subyugante poder del Amor. Él mismo escribe en la Vita nuova la frase que resonó en su corazón al experimentar aquel sentimiento por vez primera:

y tembloroso, me dije estas palabras: Ecce deus fortior me, qui veniens dominabitur mihi.

Esto es: «He aquí un dios más fuerte que yo, que ha venido a adueñarse de mí».

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