El alma de los cinocéfalos
En las décadas finales del siglo IX, un monje benedictino llamado Rimberto se encontraba a punto de partir hacia tierras escandinavas para predicar el evangelio. Era consciente de que iba a afrontar una misión muy arriesgada, porque los paganos de aquellas regiones eran gentes feroces y poco inclinadas a sutilezas espirituales. Con todo, no eran los rudos escandinavos lo que más preocupaba al monje Rimberto, sino la posibilidad de que en su viaje al norte topase con una raza de criaturas que según se decía habitaba en los más extremos confines de aquella comarca: los cinocéfalos , esto es, los «cabezas de perro». Los autores de la antigüedad —Ctesias, Megástenes, Heródoto, Plinio, etc.— habían escrito largamente sobre estos extraños monstruos de cuerpo humano y cabeza perruna, pero solían situarlos en remotos rincones de la India o de África. Sin embargo, durante la Alta Edad Media se popularizó la noción de que los cinocéfalos habitaban en algún lugar de la región boreal....



